Fundación del Tucumán se complace en compartir la siguiente nota publicada por el diario La Gaceta acerca de la historia de una de nuestras empresas socias fundadoras.
Desafíos, innovación y visión futurista de los negocios han sido los ejes de la compañía, fundada en 1977 por Eduardo Di Bacco.
Hay anécdotas que parecieran diluirse en la larga historia de una empresa de 40 años, pero que, leídas con cierta perspectiva, son elocuentes acerca de su personalidad. Sí, claro que las empresas tienen personalidad, y una de las características de esta compañía, que se dedica a fabricar y comercializar algo tan rígido como el hormigón, es la plasticidad para el cambio permanente.
Desafíos, innovación, visión futurista de los negocios han sido los ejes de Tensolite desde que fue fundada en 1977 por Eduardo Di Bacco. Rodolfo Di Bacco, hijo de aquel enérgico emprendedor y actual presidente de la compañía, cuenta la génesis de Tensolite. “Mi padre era metalúrgico de vocación y fundó su propia empresa de ese rubro, Di Bacco y Cia, que continúa hasta la actualidad. Con la llegada del gobierno de facto en 1976, se dio una apertura comercial internacional que para muchos sectores industriales fue vista como una amenaza. Entonces pensó en una industria que no compitiera con los mercados externos, y visualizó los productos de hormigón como una oportunidad”, relata el hombre que comenzó a sus 23 años en aquella empresa naciente.
Desafíos, innovación y visión futurista de los negocios han sido los ejes de la compañía, fundada en 1977 por Eduardo Di Bacco.
Un norte claro dio inicio a Tensolite hasta convertirse en una compañía líder en la fabricación de productos de hormigón, destacándose por su calidad e innovación. Pero desde el comienzo también estuvo presente la mirada amplia de los negocios. “Si bien mi padre era más específico y mi generación más abierta, siempre estuvo claro que lo que hoy es negocio, mañana puede no serlo; entonces, la apertura y la flexibilidad fueron claves para crecer”, describe Rodolfo José Di Bacco, nieto del fundador. “Esa es la esencia de la compañía: estamos abiertos a escuchar a cualquier persona, a cualquier partner que nos ofrezca un buen negocio”, resume.
Claridad para los negocios
Luciana Ragout es testigo de esa mirada puesta en el futuro. Fue la primera mujer en incorporarse a la compañía, integrando la cúpula de expertos que desarrollarían los primeros productos de hormigón, en un momento en el que era impensado que una mujer se sumara al staff de una empresa de un perfil prominentemente técnico.
Fue el propio Eduardo Di Bacco quien, en 1977, convocó a esta novel arquitecta para sumarse a su proyecto, entendiendo que el hecho de ser mujer no era impedimento de ningún tipo. “Tenía una visión y una claridad para los negocios que trascendía cualquier barrera. Quizás hoy sea algo habitual, pero en ese momento no era algo común que una mujer estuviese en un puesto meramente técnico. Él confió en mi preparación y lo cierto es que jamás tuve un contratiempo en la empresa por ser mujer. Siempre tuve una relación de gran respeto con los operarios y con mis pares”, cuenta la arquitecta, quien se retiró de la empresa luego de haber cumplido 43 años de trabajo.
Entre 1977 y 1979, cuando Tensolite salió al mercado con sus viguetas pretensadas, Ragout conformó junto con dos ingenieros la unidad central del desarrollo de los productos, entre ellos el gran sueño de Eduardo Di Bacco, que eran las viviendas industrializadas de hormigón. “Era vertiginoso ver cómo la compañía crecía, todo el mundo se sorprendía de ver que abría fábricas en otras provincias (Catamarca, Córdoba), que diversificaba sus negocios y que al mismo tiempo apostaba a desarrollar un producto de óptima calidad”, describe Ragout.
El mercado reconoció rápidamente en Tensolite una empresa dinámica, que cumplía en sus plazos y que se obsesionaba con la calidad, siempre acompañando los avances en los materiales y las técnicas. Las primeras viguetas comenzaron a fabricarse con una máquina que era una copia local de una alemana, hasta que decidieron dar el gran salto e importar maquinaria desde Italia para mejorar los procesos de fabricación.
La Vigueta T21, su producto estrella que ha evolucionado al extremo en estas cuatro décadas, fue la que dio pasó a ofrecer un amplio y diverso catálogo que incluye bloques, adoquines, tejas, bovedillas, postes olímpicos y rurales, caños y anillos de hormigón, además de productos a medida para grandes obras civiles, como vigas para puentes, estructuras premoldeadas, cercas de hormigón, tribunas, pasarelas, etcétera.
Los desafíos, motor de la innovación
Pero hoy los objetivos de negocio van mucho más allá de la construcción y del hormigón, y la compañía se ha abierto a invertir en toda clase de propuestas que sigan su línea de eficiencia, innovación y desarrollo sustentable. “Queremos que el mundo se convierta en un menú y que Tensolite tenga presencia en cada lugar que señalemos”, desafía Rodolfo Di Bacco hijo.
Las actuales dueños, Rodolfo y Rossana, son la segunda generación en la empresa. Los hijos de Eduardo Di Bacco vieron y admiraron a su padre por su capacidad para identificar necesidades y plantear soluciones que darían negocios brillantes. “Sin duda mi padre era un genio creativo, desarrolló máquinas y técnicas únicas, como la prensa de cáscara de limón, que permitió optimizar los costos de transporte de ese producto que se exportaba desde Tucumán, y que se sigue utilizando hasta la actualidad”, describe Eduardo Di Bacco Hijo, antiguo director adjunto en Tensolite SA y actual presidente de Di Bacco y CIA, la metalúrgica que fundó su padre.
En todos estos años Tensolite se ha vinculado y ha hecho aportes de alto valor para las industrias citrícola, azucarera, minera, e incluso atómica, esta última una planta de irradiación de barros cloacales , un proyecto de Conea y el Instituto Balseiro,. “Los desafíos siempre han sido nuestro motor principal de innovación, y nos han llevado por caminos impensados. Es que al final, estamos convencidos de algo: que la vida es todo eso que transcurre mientras uno la planifica”, reflexiona Eduardo.
En cambio constante
Cuenta Rodolfo José Di Bacco, hijo de Rodolfo Di Bacco y uno de los más jóvenes directivos de Tensolite SA, que una de sus primeras e inesperadas conquistas cuando asumió un rol protagónico en la firma fundada por su abuelo, fue modificar los horarios de trabajo. Es una de esas anécdotas que mencionamos al principio pero que, vista con el perfil del tiempo, fue un paso que los puso a tono con las empresas más innovadoras del momento.
“Yo observaba que en el mundo ya tendía a eliminarse el horario cortado y que se preferían las jornadas laborales de corrido, que permiten, al final del día, estar más tiempo con la familia y hacer las cosas que uno hace fuera del trabajo. Parecía imposible cambiar eso, algo institucionalizado no sólo en nuestra empresa, sino en toda nuestra provincia. Cuando logré eso, nunca más pensé que habría algo imposible de cambiar. Sin embargo, no deja de sorprenderme la vocación constante de avance que tiene esta compañía no solamente desde la dirección, sino del personal de todas las áreas”, describe el nieto de Eduardo Di Bacco.
Aquel fue uno de los puntapiés de la modernización de una empresa que desde sus inicios se convirtió en uno de los íconos de la industria tucumana. Comenzaron los cambios en los sistemas de gestión interna, la digitalización de todos los procesos posibles, con la eficiencia, la transparencia y la agilidad como los nortes primordiales. “Nos hemos transformado en una empresa inteligente en un tiempo mucho menor al que diagnosticamos”, celebra el directivo.
Se marcó aún más ese rumbo hacia la era digital con la incorporación del Área Sitenso, una unidad de innovación y desarrollo de software que proyecta comercializar soluciones de gestión digital, además de optimizar los procesos internos. “Como consecuencia de ello, la firma se embarcó en un mega proyecto en tecnología para la información, que no solo incluye los sistemas de gestión sino también portales y plataformas de autogestión, en un entorno altamente integrado”, afirma Alejandro León, director para la Gestión de Calidad de la empresa.
“Actualmente la compañía se encuentra reescribiendo y actualizando todos sus manuales, adaptándose a los cambios que se realizaron. La obsesión de la dirección es establecer en los genes de la organización la cultura de la mejora continua, de manera que su funcionamiento esté en una constante revisión basada principalmente en la innovación y en acercar beneficios a sus socios estratégicos, principalmente a sus clientes y proveedores”, agrega.
“Esta transformación digital y la implementación de un robusto ERP allanó el camino de Tensolite SA para acelerar un proceso que comenzó en la fundación misma de la compañía, y que es la diversificación de sus negocios con partners, clientes y proveedores de todo el mundo. De ser una industria dedicada a la fabricación de viguetas pretensadas de hormigón, hoy sus iniciativas abarcan, entre otros, desarrollos inmobiliarios y financieros. La estrategia es usar el escenario global, como nuevo tablero de juego”, afirma Rodolfo Di Bacco Hijo.
Estandarizar y optimizar los procesos internos, pero siempre con la flexibilidad y la innovación como premisas, han permitido a las actuales cabezas de la compañía, los hermanos Rodolfo y Rossana Di Bacco, profundizar el camino delineado desde el principio: estar siempre un paso adelante. Esa es la principal herencia de personalidad que ha dejado el fundador, Eduardo Di Bacco, y que demarcado la misión de Tensolite: ser una organización innovadora que construye negocios que trascienden.
Fuente: La Gaceta